04 septiembre 2010
Osos de gominola.
Me meto en la boca un osito rojo y saboreo el dulce sabor de la fresa. Enciendo la tele y empiezo a hacer zapping. Nada interesante. Me levanto del sofá con el cuenco de los ositos y me tumbó en mi cama escuchando música con el Ipod. Miro los ositos de gominola, todos de la misma forma pero con diferente color y sabor. Ositos tradicionales que hacen feliz a muchas personas.
Que hacen feliz a un niño mientras juega en el parque. Que hacen feliz a una pareja de ancianos al recordar sus anécdotas de cuando eran jóvenes. Que hacen feliz a unos adolescentes enamorados tumbados en el mantel de su picnic. Que hacen feliz a una familia que ve una película tumbados todos juntos en el sofá. Que hacen feliz a un pobre mendigo. Que me hacen feliz a mi.
Son diminutos, pero...¡tan poderosos!. No puedo creerlo, son chiquititos, invisibles, pero son capaces de vacíar la tristeza de un corazón, de sacar una sonrisa a unos labios enfermos, de dislocar a una lengua ante semejantes tentaciones...de tantas cosas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario