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I believe in myself.

18 septiembre 2010



Todo me da vueltas. ¿Cómo? Me ha dicho que ya no me quiere, se ha cansado de mi. Mis lágrimas chocan contra el teclado del ordenador. Me froto la cara y decido quedarme ahí, mirando esas insufribles palabras. Las miro durante horas. No lo entiendo, todo iba perfecto, todo iba genial. Me voy a la cama.
Me tumbo y me envuelvo en mi misma. Me hago una indefensa bolita. Agarro fuertemente mis rodillas, mientras mis lágrimas empapan el colchón. ¿Qué he hecho mal? Le quiero. Todos los días pienso en él, pensé que esta vez, por una vez, sería diferente. Me equivoqué. Se acabó.
Solo quedo yo, como una idiota sufriendo y llorando. Siendo el juguete número seis. Me agarro aún más fuerte hasta tal punto de cortarme la circulación. Grito sobre la almohada, un grito ahogado perfora mi pecho. Intento repirar, me pongo la mano en el corazón y me aprieto, retuerzo la mano creyéndome que tengo el corazón en ella. Cuando termino, lo ''lanzo'' contra el armario, me levanto y me dejo caer, derrotada sobre el suelo, con mi corazón roto y destrozado.

09 septiembre 2010

Alcohol.


Bajo por las estrechas escaleras de la playa alumbrándo con el móvil. Cuando llego a la resplandeciente arena alumbrada por la luna, busco a mis amigos. Me acerco a ellos y los saludo. Otra vez de botellón. Me siento en una de las toallas y resoplo. Me dijeron que no lo volverían a hacer. Pienso en irme, pero no, sé que no llegarían bien a sus casa si yo no estuviera aquí.

Mis amigas tienen esos típicos vasos alargados de plástico en las manos, llenos de esa mezcla amarillenta de Malibu con piña. Ellos se pasan la botella de Vodka los unos a los otros. Levanto la vista y veo a otro grupo de chicos, según mi impresión, de uno o dos años más, acercándose a nosotros. Se saludan entre ellos y también empiezan a beber.

Mis amigas ya van bastante contentas, y los chicos de la otra pandilla intentan atacar. Jaime, el más corpulento de todos, se acerca a Alma, una de mis amigas, la empieza a seducir y a hacerla reír, cuando se cansa y empieza a besarla. Él empieza a bajar las manos de su cadera hasta el culo, y ella se deja inconscientemente. Jaime quiere más y le desabrocha el cierre del sujetador, ella intenta liberarse de sus manos pero el tiene mucha más fuerza.

Me levanto y empujo a Jaime. Abrazo a Alma y la escondo detrás de mi. Él me mira rencorosamente y decide dejar la fiesta en paz. Alma vuelve a por su vaso y sigue haciendo el imbécil. Vuelvo a la toalla. Qué divertido, comprar 5 botellas de alcohol a escondidas, bajarse a la playa y pasarse a morro la botella los unos a los otros. Emborracharte con más ni menos que catorce años y entrar en el juego de qué pasará dentro de dos. Hacer el ridículo, estamparse unos a otros, caerse al suelo, vomitar y enseñar la poca dignidad de la persona...divertidísmo.

Tenemos catorce y podríamos pasárnoslo mucho mejor de diferentes maneras...pero no, hay que caer lo más bajo posible. No digo que el alcohol sea algo malísmo e impermitible pero resulta más divertido a la edad que hay que tomarlo. A los dieciocho, cuando vaya con mis amigas de fiesta, a pasarlo bien, a disfrutar controladamente, pero no ahora, ahora no.

07 septiembre 2010

Clavos.


Cojeo hasta lo que puedo llamar, mi centro de rehabilitación. Me siento en una silla y espero a mi turno. Cuento, hay siete fisioterapeutas y como quince pacientes. Suspiro, me queda un rato.

Contemplo como los fisioterapeutas hacen milagros con cada paciente. Uno de ellos, hace círculos en el tobillo de un chico. Otro, masajea el hombro de una señora. Y otra, flexiona suavemente la rodilla de un señor.

Subo la pierna a un taburete que me ofrece Carla, una de las fisios. Me coloca una lámpara de calor y noto como mi tobillo empieza a coger temperatura. Tras pasar 10 minutos, me señala una de las camillas.

Voy a la pata coja y me tumbo en la camilla señalada. Carla coge un poco de crema de un bote y empieza a masajear mi tobillo. Recorre con sus dedos mis cicatrices y me estremezco. Duele un poco, pero decido guardarme mi cara entumecida. Ella hace su trabajo y yo prefiero aguantarme sin dar señales. Para de masajear y empieza a rotar suavemente un poco mi tobillo. Luego, me exige que haga un poco de fuerza. Obedezco y poco a poco, mi tobillo empieza a movilizarse algo más.

Terminamos y me sonrié. Le doy las gracias y me despido de ella, y de la gente del gimnasio. Cojeo hasta la salida, mañana será otro día.

04 septiembre 2010

Osos de gominola.



Me meto en la boca un osito rojo y saboreo el dulce sabor de la fresa. Enciendo la tele y empiezo a hacer zapping. Nada interesante. Me levanto del sofá con el cuenco de los ositos y me tumbó en mi cama escuchando música con el Ipod. Miro los ositos de gominola, todos de la misma forma pero con diferente color y sabor. Ositos tradicionales que hacen feliz a muchas personas.

Que hacen feliz a un niño mientras juega en el parque. Que hacen feliz a una pareja de ancianos al recordar sus anécdotas de cuando eran jóvenes. Que hacen feliz a unos adolescentes enamorados tumbados en el mantel de su picnic. Que hacen feliz a una familia que ve una película tumbados todos juntos en el sofá. Que hacen feliz a un pobre mendigo. Que me hacen feliz a mi.

Son diminutos, pero...¡tan poderosos!. No puedo creerlo, son chiquititos, invisibles, pero son capaces de vacíar la tristeza de un corazón, de sacar una sonrisa a unos labios enfermos, de dislocar a una lengua ante semejantes tentaciones...de tantas cosas.

03 septiembre 2010

Good Girl



IRLANDA 15 DE JULIO-2010.



Tengo la imagen grabada. La gélida carretera bajo mi cuerpo y la lluvia azotándome en la cara. A mi izquierda el coche culpable de lo ocurrido. Tengo miedo, y un grito agonizante ahoga mi garganta. Alzó la vista y veo a mis amigos, algunos llorando, otros mirando sin saber que hacer. El dolor es insufrible y el pánico me inunda, mi verano, mi felicidad, me los desgarran de mi vida.

La ambulancia está llegando pero no puedo parar de llorar, mis amigos me consuelan con ''Eso es una esguince'' o con un ''Venga, Ana, no llores que te vas a recuperar'', pero no hago caso. Mi amiga Carmen se pone detrás mía para que pueda apoyarme. La ambulancia llega y respiro hondamente. Me ponen una bombona de oxígeno y la chica de la ambulancia me repite cada vez que respiro ''Good Girl'', ''Good Girl'', ''Good Girl''¨; Carmen me coge de la mano y me dice con la voz llorosa ''Venga Ana, que lo estas haciendo muy bien, lo estas haciendo super bien''. Y Jorge, el organizador del curso, me repite una y otra vez ''Ana, lo sientes?, Venga, aprieta la mano, Ana Apriétala!''

El oxígeno consigue relajarme, paso un minuto entero fijando la vista al Sol, y por un momento, creo que me estoy muriendo. Carmen me acaricia y todo se mezcla y se nubla...''Good Girl'', Venga Ana!, ''Good Girl'', Aprieta la mano, Apriétala!, '' Lo estas haciendo muy bien'', ''Good girl'', ''Lo sientes?'', ''Super bien'', ''Good Girl''...Noto como me colocan el tobillo y grito ahogada en lágrimas. Me suben a la ambulancia y tengo tanto miedo...

Algodón.


-Papi papi, esta planta es venenosa?
-No, que vá...es inofensiva.
-Entonces...puedo tocarla?
-Claro que sí...pero es más divertido que le soples.
-Que le sople..? Para que?
-Cuenta una leyenda..que si pides un deseo antes de soplar, el algodón lo lleva al cielo y cumple tu deseo.
-Al cielo?, Donde esta mami?
-Sí cariño, donde esta mami.

-Que has pedido?
-No te lo puedo decir.
-Por?
-No se cumplirá.
-Qué dices? Esa es la ventaja de soplarles fuerte..no te oirán.
-Seguro?
-Totalmente.
-No te creo.
-Te lo prometo. Cuéntamelo.
- Les he pedido que me bajen a mamá.
-Ya cariño..pero a lo mejor éso no es posible.
-Por?
-Pues porque.....................
-No papá, yo sé que se cumplirá.
Jorge cogió su cometa y salió a volar.